10 de gener, 2007

Igual, pero distintas

Yo ya tenía la pequeña impresión
de que aquí las cosas eran un poco distintas
y cuando más tiempo pasaba
más se reafirmaba esta certeza.

Los perros trepaban las paredes,
llegaban a la cima y se paseaban por el borde,
como si estuvieran en un pase de modelos.
Siempre había creído que aquello
era más propio de un gato,
pues no,
estaba equivocado.

Los pescadores tomaban feni
para almorzar en lugar de leche.
Se ve que en este oficio
estaban acostumbrados a tratar
con líquidos transparentes,
nada de cremosidades,
eso podía asustar a los peces.

Los gallos no eran muy buenos
acertando la salida del sol y,
sabiéndolo,
se pasaban todo el rato cantando.
Era lo mismo las siete,
que las diez,
que las tres o
que las cinco.
Tampoco les importaba que fuera de día.
Supongo que casi todos eran ciegos y
los que no,
les preocupaba equivocarse.

Las vacas no comían hierba.
¿Quién quiere hierba verde
cuando están repletos de mierda
los cubos de basura?
Y cuando estaban
ya llenas como ballenas
se tumbaban un rato
a tomar el sol
en la playa.

Para nada un café era distinto de un té,
para nada.
¡Y ay de quién osaba convencer a alguien de lo contrario!
Las obviedades no se discuten.
Vaya pérdida de tiempo.

Dos y dos,
estaba también claro,
sumaban trece,
a menos que quién pagase
fuese uno de ellos.

Y así estaban muchas más cosas.

Un poco igual,
pero distintas.

2 comentaris:

Anònim ha dit...

Aqui las cosas siguen distintas pero iguales.
Ya sabes...

Grunx ha dit...

Ei, Olga!
Una abraçada des de Kolkata!