Las nubes se esforzaban
en mantener la lluvia a raya.
La tristeza del día se contagiaba.
Nuestros cuerpos necesitaban algo de calor,
tonificarse para ahogar las penas.
Nos sentamos en una terraza
a tomar té.
Conversamos, como no,
de cosas tristes:
del mundo en sí,
de nuestras vidas,
de aspiraciones,
de trabajo,
de viviendas,
de familia,
una carambola de calamidades,
todo bastante crudo
y nada apetecible.
Llegó el té hirviendo.
Aquello nos reconfortaría.
Lo probamos,
sabía amargo.
Levantamos la vista
buscando un poco de azúcar
pero un mono astuto
se lo había llevado.
en mantener la lluvia a raya.
La tristeza del día se contagiaba.
Nuestros cuerpos necesitaban algo de calor,
tonificarse para ahogar las penas.
Nos sentamos en una terraza
a tomar té.
Conversamos, como no,
de cosas tristes:
del mundo en sí,
de nuestras vidas,
de aspiraciones,
de trabajo,
de viviendas,
de familia,
una carambola de calamidades,
todo bastante crudo
y nada apetecible.
Llegó el té hirviendo.
Aquello nos reconfortaría.
Lo probamos,
sabía amargo.
Levantamos la vista
buscando un poco de azúcar
pero un mono astuto
se lo había llevado.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada