Violencia de género

¡Calzonazos!
¡Siempre te manda tu dueña!
¡Tú limpias su mierda!
¡Planchas sus vestidos y coses sus estrías!
¡Te grita por la calle!
¡Se ríen tus hijos (de puta)!
¡Picha floja, nunca te la follas!
¡Aguantas sus mentiras!
¡Tus cuernos alcanzan la luna!

Y tú ni siquiera te atreves a azotarla.

Ese oscuro objeto del deseo

Ese oscuro objeto del deseo que contaba Buñuel
cruza cada día la calle de enfrente de tu casa
y tú no te das cuenta.

Trabaja en el Fnac, en la sección de cine,
y sabe más de lo que pediría un buen cinéfilo.

Besa las mejillas de sus amigos cuando
se ha hecho tarde y tiene que despedirse.

Te mira de hurtadillas estando sentada delante
de tu silla en el tren de cercanías dirección a Girona.

Apaga el último cigarro de la noche
y se va triste, melancólica y sola,
hastiada de esperar a que te acercaras.

Sirve platos calientes en el buffet de la esquina.

Canta cada domingo a medianoche
en un decente bar de jazz junto al río.

Se prostituye en la nacional dos
aunque llueva a cántaros sin llevar paraguas.

Ha roto más de un plato en una discusión
subida de tono con su pareja.

Sale en esa película que nunca has mostrado interés por ver.

Trabaja en el circo como trapecista y no sabe aún
que caerá en el próximo número
y morirá en el acto.

Compra el ABC, aunque cueste creerlo.
Escribe cada noche versos pensando en ti,
versos que nunca te llegarán
pero que llenaran la basura de su habitación.

Se va de la ciudad sin destino alguno
en busca de nuevas aventuras.

Nunca ha utilizado el microondas
para recalentar un plato.

Lleva gafas de sol aunque llueva
y tiene cierto temor a los desconocidos.

Le gusta el olor de una rosa marchitada.

Cuenta cuentos a sus hijos antes de acostarlos
y les da el beso de buenas noches.

Morirá de una sobredosis.

Ese oscuro objeto del deseo que contaba Buñuel
ama más a su mascota que a su marido,
aunque venga a ser lo mismo.

Adora el dinero y se lo comería
antes que su plato preferido.

Bebe demasiado y lo sabe,
pero no puede evitarlo.

En la bañera pasa largas horas
y a veces se toca pensando en otros
y luego se mea del gusto.

Siente lástima por los desaprensivos.

Le gustan los pistachos y cualquier otro fruto seco
siempre que sea bien crudo.

Está obsesionada y se ducha más de tres veces al día
creyendo así borrar sus pecados.

Ese oscuro objeto del deseo que contaba Buñuel
reposa sentada en cada esquina de cada ciudad.

Y nuestros ojos tuertos, ofuscados, ciegos,
nunca le harán el menor caso.

Ser feliz es muy fácil

En pleno invierno piensa en verano.
En verano le llena la nieve.
Desea ver como caen las hojas en primavera.
Y el atardecer que comparte tumbado entre las flores sueña en otoño.

Tengo una idea

Cada uno es rey de su frontera.

El extranjero dice: tengo una idea,
y esa idea nadie la aplaude.

Más tarde sale el indígena:
tengo una idea,
que es la copia exacta que ha escuchado
y todos la aplauden, todos la siguen.

Una idea que no es nada,
que quizás era algo en boca ajena,
pero pura mierda en boca autóctona.

Buena utilidad tienen las fronteras.

Un culo caminando es como un péndulo

Un buen culo siempre anda despacio.
Circula con cautela por la acera.
Avanza cuidadosamente de izquierda a derecha.
No quiere caer y lastimarse.
Sabe que hay demasiados ojos que lo están mirando.