Cada uno es rey de su frontera.
El extranjero dice: tengo una idea,
y esa idea nadie la aplaude.
Más tarde sale el indígena:
tengo una idea,
que es la copia exacta que ha escuchado
y todos la aplauden, todos la siguen.
Una idea que no es nada,
que quizás era algo en boca ajena,
pero pura mierda en boca autóctona.
Buena utilidad tienen las fronteras.
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