31 de desembre, 2006

El bon papa



El papa plora. Li ha fet pim pam al cul a la mama i ara se sent malament. Li sap greu. Ha vist que jo ho veia i m'ha tancat la porta als nassos. Això no esta gaire bé, papa. Jo només passava per allà. No volia molestar. No ho fare més, li he jurat. Pero ell no s'ho ha cregut i m'ha picat. I ara ploro, també. M'ho mereixia, suposo. I la mama, també. Sempre s'ha de fer cas al papa. No sé què haurà fet la mama, pero segur que el papa té la raó. No hi tornarem mes, li he dit. Ni jo, ni la mare. Llavors s'ha tancat a l'habitació i ha comencat a plorar. Perdona'ns papa, li he dit en veu alta. Jo i la mama som molt dolents i no et mereixem. Demà al matí, molt d'hora, sortiré al carrer amb la mama. També m'enduré el meu germanet. Ja veuràs com tot anirà millor i al vespre estaràs molt més content.

Amor


El amor es como lanzarse al vacío esperando caer de pie.
Es un preso entre rejas, sudando.
O como una hoja que cae de su árbol y
se enreda entre maleza.
Hay que vigilar su aspecto y
hacer uso de los cinco sentidos.
Puede oler como una flor;
pero esta claro que en la base de las rosas
se esconden las espinas.
Es como cuando se va la luz y
luego vuelve y parece no haber ocurrido nada.
Una vela a veces alumbra ya veces se apaga.
Amigo inmejorable o traidor inexcusable.
Puede también ser una mala canción.
Una mala apuesta. Cara o cruz en el aire.
Un caldo de abuela hirviendo en invierno.
Si uno lo toma sorbo a sorbo es delicioso;
pero si uno abusa sin freno se quema la lengua.
Mejor no probarlo demasiadas veces.
El amor puede ser un mueble viejo tirado en una esquina.
Un porche mojado por la lluvia de una nube rota.
O una rueda pinchada que intenta cruzar la línea de meta.
Un lápiz sin afilar que no puede hablar, pues no tiene punta.
Una bici sin frenos o
impedimento peor que el pegamento.
Un callejón sin salida.
Las agujas de un reloj ya viejo andando un poco lentas.
Es papel de aluminio dentro de un microondas.
Fuego ardiendo en la chimenea o
un coco ya seco y un peine sin púas.
Una uña mal cortada.
Una historia mal contada o
por lo general
una poesía inacabada.

Káiser


Cuando era niño tenía un perro.
Se llamaba Káiser.
Sí, ya se que quizás no es el mejor nombre para un perro,
pero por entonces,
a mí me lo parecía.

Era un perro alemán.
Cuerpo esbelto,
cuello grueso,
mandíbulas de acero,
ojos de lince.
Ojalá algunas personas
fueran tan listas
como lo era él.

A veces,
y aunque siempre andaba muy bien alimentado,
saltaba la hilera de matorrales
que cercaba la valla del jardín y se iba de caza.
Nunca llegaba vacío.
Siempre traía algo consigo.

Normalmente era un pobre conejo blanco.
La hermosa hierba verde que decoraba el jardín
se veía entonces manchada por miles de mechones de conejo muerto.
Sus huesos, las pruebas de su delito,
por supuesto, desaparecían.

Si mi hermano y yo
nos adentrábamos por el bosque,
él, nos seguía cual perro guardián,
siempre fiel a su amo.
Si otro animal nos acechaba,
él salía en nuestra defensa.

¡Qué perro tan perfecto ese, Káiser!

Sólo tenía un defecto:
le asustaba el ruido aterrador de los truenos.

Un día lluvioso,
mi madre cogió el coche.
Llegó al cruce
de la carretera principal y
tumbó a la derecha,
camino de la ciudad.

Aquel día los truenos se oían desde cualquier parte del mundo.

Káiser, asustado,
saltó la valla y
siguió a mi madre y
al tomar el cruce
un coche le dio de lleno.

Mi madre no se dio cuenta y
Káiser se quedo allí, tumbado, agonizando.

Pero Káiser era demasiado fuerte para morir al instante...

Aún recuerdo aquel fuerte olor fétido,
de sus órganos saliéndole de la tripa y
extendiéndose por todo el garaje.

El veterinario le había recetado unas tabletas
que por entonces yo desconocía.
Y yo pensaba,
¿como coño quiere curarlo
a base de pastillas?

Dos días después moría.
Lloré mucho.

Ya ves, Káiser,
aún hoy te recuerdo.

Ya nunca más un trueno
volverá a asustarte.

Esa pose...

Esa pose de morena ofendida.
Esa pose de mirada llorosa,
de niño sucio muerto de hambre.
De hombre sudoroso cargado como mula.
Esa pose de no haber vendido nada a nadie en toda la mañana
en esa tienda parecida a una cama.
De estar tomando té. Esa pose de joven colgando con orgullo un cartel de coca-cola.
De hueso manchado de baba de perra andrajosa.
De árbol de grueso tronco.
De mono chistoso trepando y robando azúcar.
Esa pose de mendigo durmiendo en el suelo.
De altiva vaca sagrada comiendo basura.
Esa pose de velo que tapa y no muestra.
De piedra inamovible en la carretera.
De frenético conductor dando bocinazos entre semejantes locos temerarios.
De tabernero diciendo que no a una cerveza bien fría.
Esa pose y esa
y esa otra pose
posee poesía.

El río


Una orilla de río en calma.
Todos yacen tumbados, durmiendo.
Las mariposas sobrevuelan surcando a ras del agua.
Por una vez se ve el Ganges limpio, sereno.
Muy a lo lejos se oye un bozinazo,
pero no molesta;
no tiene suficiente fuerza.

De repente aparece un mono y
empieza a comerse un pomelo que ellos han comprado.
¡Vaya festín el muy asqueroso!

Uno se despierta y da la alerta.
El mono asustado se aleja.
El pomelo mordido cae al suelo rodando
y se detiene empapado de arena.
Otra vez tranquilos, relajados.

La brisa es cálida.
Otro turista llega.
Sus ojos crujen con el sol.
Extiende su toalla, se tumba en ella y
se duerme en la arena.

La decisió


Desprès de molt pensar-s'ho.
D'estar dies decidint si ella n'era, o no, digne.
Si es mereixia o, tan sols, es podia permetre aquell excès, aquell luxe.
La vaca sagrada va entrar dins la botiga de roba.

30 de desembre, 2006

Una noche terrible

Estaban cansados después de haber pateado varios pueblos de su alrededor y deseaban coger la cama y esposarse a ella.
Todo era oscuro, propicio y parecía que iban a disfrutar de unos buenos sueños.
Luego aquel ruido.
Al principio hicieron como si nada.
En una noche de invierno entre palmeras y una suave brisa pueden oirse muchas cosas.
Pero aquel sonido desconocido insistió demasiadas veces.
El abrió la luz y se hizo el silencio.
Analizó con severo esmero toda la habitación.
Debajo las mesas, la cama y los armarios.
Nada.
Ella confesaba estar un poco asustada.
Él se dió por vencido al no ver nada fuera de lo común y se tumbó en la cama echando mano de una linterna algo desconfiado.

Un silencio momentaneo.
Diez segundos fueron suficientes para que él encendiera la linterna.
Y allí estaba.
Una rata del tamaño de un gato encima de la columna central de madera que sostenia el techo.
Él intento asustarla haciendo pequeños ruidos pero parecía como si la rata fuera sorda o careciese de oidos.
Decidió seguir sus pasos con la linterna a ver si así conseguía cansarla.
Eso pareció funcionar.
La rata se metió por un agujero que llevaba a la habitación contigua.
Por fin tranquilos.
O almenos eso creían.
Otro ratón cabrón volvía a hacer de las suyas.
Estaba claro que aquella noche no iban a dormir solos.

A veces uno se cree amo y señor de su paciencia hasta que esta demuestra todo lo contrario.
La luz ya volvía a estar encendida y él de pie, desnudo, observando enfadado hacia arriba.
Si tuviera una..., penso.
Y alli estaba, encima de la mesa.
Una bola de malabares llena de piedras.
Ahora le iba a dar su merecido.
Cogió la pelota, apagó la luz y se posicionó esperando que la rata se delatara.
Ruido.
Linterna enfocando cual preso que huye de la cárcel.
Con todas sus fuerzas lanzó la pelota.
Le dió de lleno.
Y vaya si le dolió...

Estuvo varios minutos chillando decrépita y angustiosa.
Cuesta creer que no cayera al suelo.
Al final, la rata, dándose por perdida, se largo dejando un silencio abrumador y consolador.
Por fin tranquilidad.
¡Vaya noche!
Él se tumbó, macho y orgulloso de ganar la batalla.
Cerro los ojos mostrando media sonrisa en la comisura de sus labios que ya preparaban un primer y alentador ronquido.
Son ya, quizás, las cuatro de la manana, más o menos.
En la habitación contigua empieza a sonar un teléfono.
Un hombre grande de voz grave y fuerte responde.

L'escarabat

Aquella nit, quan vaig agafar les sabates,
un escarabat va sortir-ne de dins.
Espantat, va corre sota la taula
i allà s'hi va quedar, quiet, observant.
Vaig mirar-lo detingudament
i em va passar pel cap la idea desclafar-lo amb la sabata.
Al final, vaig decidir no fer-ho.
Ell tambe tenia dret a viure.
Vaig acabar de calcar-me
i vaig sortir a sopar.

Al matí següent, després d'una bona dutxa,
vaig entrar a l'habitació
amb la intenció d'agafar la tovallola de damunt la taula
i eixugar-me el cap.
El mateix escarabat, encara espantat,
em va saltar a sobre.
Jo, d'una revolada el vaig tirar a terra
i aquesta vegada no va parar de corre buscant refugi sota l'armari.
Sabia molt bé que no és propi de l'esser humà
donar segones oportunitats.

Memòria

La memòria és mala companyia;
es adversària directa de la improvització
i la clau que tenca les portes de la imaginació.

Dematí


Els cercles que dibuixa el ventilador el desperten.
La temperatura és més que agradable.
Són les deu del matí.

Obre les finestres de la rústica habitació
i un gat espantat travessa corrent
el jardí poblat de palmeres,
grimpa un reixat i desapareix.

Ella encara dorm estirada i mig despullada.

Surt de la cabana,
segueix la corda d'estendre la roba ben carregada
i entra dins del bany que hi ha just al costat del pou d'on extreuen l'aigua.
Sent el so d'un coco que cau a terra.
Els anirá de perles per esmorzar, pensa.

Surt del bany amb el raspall entre les dents
i resta quiet observant el seu entorn.

Una olla bull en un foc a terra,
la dona de la casa está cuinant.
A l'altre costat de la tanca, un grup de joves,
ordenats en tres files, practiquen concentrats Tai Chi.
Només els corbs picotejant les branques
semblen intentar trencar la pau que envolta el dematí.

Potser mes tard, quan ella es desperti,
compren quelcom de peix al mercat, pensa.

El dia acaba de començar.

Atardecer

El pausado ir y venir
de las olas le esclaviza.
Los pájaros juegan
con el aire.
Toma un sorbo de piña colada y
da una calada.
La brisa le da en la cara
como si fuera a primera hora de la mañana.
Es de tarde.
El sol empieza a caer y
se refleja en el mar.
Demasiado brillo para sus ojos.
Intenta mover un brazo
pero parece estar atado a la silla.
La barca anclada en la arena
es imagen suficiente para atontar todos sus sentidos.
Luego llega ella y
todo se arregla.