30 de setembre, 2008
29 de setembre, 2008
De verdad que lo haría
entre tus nalgas.
Esperaría sentado
a que tu sien
se estrellara
contra el suelo
después de aquello.
Me vengaría de tus
falsas respuestas.
Exprimiría esa naranja
hasta destrozarle su pelaje
pensando en tu cuello.
Y algo más haría.
Algo más perverso
que ahora prefiero fingir
que no recuerdo.
27 de setembre, 2008
La infancia es una farsa
¿Y si el primer beso
sólo fue un sueño
cruel de tu cerebro?
¿Igual que el primer amor,
la primera mentira,
la primera golosina?
¿Y si cada cuento oído
no existió en ningún libro?
¿Y si los regalos
nunca los trajeron
los tres reyes de magos?
¿Y si aquella tarde de invierno
jugando con un simple cochecito
arrodillado cerca del fuego
nunca hubiera existido?
¿Y si aquel petardo que encendiste
nunca hizo ningún ruido,
nunca llegó a explotar?
¿Y si cada cancioncilla
que aprendiste y repetiste
sólo fuera una mera flema?
¿Y si tus padres
en realidad nunca
tuvieron hijos?
25 de setembre, 2008
Dibujo de un niño de no sé exactamente qué edad
dentro de una casa
con rejas por ventanas
usando un rotulador negro
después de que el profesor
les pidiese a sus alumnos
que dibujasen sus casas y
sus familias.
El profesor sorprendido
al ver su dibujo le preguntó
porqué no había incluido
ni un sol, ni una nube,
ni un pájaro en el cielo.
23 de setembre, 2008
Epitafio
quiero que se lean estas breves
líneas en mi sobrio entierro
y os ruego que no escuchéis nada
ya que en nada me habré convertido.
22 de setembre, 2008
El cajón de abedul
Era programador de videojuegos. Llevaba ya 6 años en la industria y se imaginaba que sería más divertido de lo que en realidad era. A él le hubiera gustado más inventar los juegos, dar las ideas, dibujar personajes, crear escenarios y no tener que transformar todo aquello en píxeles delante de un ordenador durante horas interminables y tomando algún café de vez en cuando.
Él nunca había tenido problemas con los ojos, siempre había disfrutado de una buena vista, pero ahora llevaba gafas. Estar tantas horas delante de una pantalla le daba migraña y su médico le había recomendado que se comprara unas gafas.
Cuando era niño y hacía largos trayectos en coche con sus padres soñaba que de mayor se ganaría la vida con los videojuegos. No tenía muy claro en qué tipo de faena, pero estaba seguro de ello. Siempre leía revistas sobre las últimas novedades, donde puntuaban cada juego. El se veía analizando los juegos, pasándose horas jugando sin parar y terminándolos todos para luego escribir las pistas para que los aficionados pudieses terminarlos.
Marc guardaba un pequeño secreto y estaba seguro que su vida pronto iba a cambiar. Tenía una idea para un videojuego y todo estaba pensado: los personajes, los ambientes, las armas, las misiones. En su casa, dentro del cajón de abedul de su escritorio, se ocultaban centenares de hojas con anotaciones muy precisas sobre todo lo que tenía que ser, a su modo de ver, el videojuego perfecto. Quizás lo calificarían para mayores de 16 o 18 años, sí, perdía clientes, aún así, era perfecto. En el juego había mapas reales de las capitales del mundo. Estaban Nueva York, Tokyo, Londres, Moscú, París, estaban todas y cartografiadas hasta al más mínimo detalle. Era costoso, pero valía la pena. Quizás a algunos les parecería grosero, ¿pero no era aquello lo que más vendía hoy en día?
El juego en sí consistía en defecar encima del mayor número de personas. Las personas corrientes valían pocos puntos, pero las celebridades como estrellas del rock o políticos hacían subir rápidamente el marcador. Empezabas siendo un simple gorrión o un colibrí sobrevolando diferentes calles y poco a poco ascendías de categoría. Pasabas luego de paloma mensajera a abubilla, de búho real a halcón y de águila imperial a buitre negro. Y para complicarlo un poco más se añadían distintas misiones a los pájaros. La paloma mensajera, por ejemplo, estaba claro que su misión era llevar un mensaje a un destino. Aún no tenía muy claro el orden de clases pero ya había recopilado un buen número de pájaros distintos y por tamaño. En principio pensaba que a mayor tamaño, mayor nivel, pero también podía ser interesante ser pequeño para colarse en los edificios y cagar encima de algún oficinista o banquero y claro, estando encerrado en un edificio, sería más fácil matarlo, luego, por lógica, aquella pequeña ave necesitaba de mayor habilidad, o sea mayor dificultad y por ende mayor nivel. Pero eso ya lo resolvería, no le preocupaba demasiado. Lo que sí tenía claro era el último nivel. La última ave tenía que ser de las más grandes y él ya había pensado en el buitre negro carroñero, que además de defecar encima de los desafortunados aventureros, tenía que cercarlos y esperar a que se murieran de sed para luego devorarlos. Un festín envidiable y un final de película. Y claro, todo con mucha realidad. Cada pájaro estaría en su hábitat natural y se crearían situaciones reales y sus armas serían las propias de cada especie. Los que cantasen se defenderían con ruido, los depredadores serían más agresivos con sus zarpas y los nocturnos tendrían el don de la invisibilidad. Y al final añadiría misiones extras a las que se accedería obteniendo muchos puntos. Los puntos se conseguirían haciendo alguna barbaridad como por ejemplo sobrevolar un mercado de alimentos y lanzar un proyectil encima de una manzana justo antes de que alguien se la llevara a la boca. ¡Aquello era la bomba! ¡Qué juego tan perfecto!, se decía entusiasmado. ¡Era la re hostia!
Esperó a tenerlo todo terminado y un buen día, viendo que su jefe estaba desbordante de buen humor, fue a llamar a la puerta de su despacho .Su jefe le hizo pasar y con un gesto le pidió que esperara unos segundos. Estaba hablando por teléfono ultimando los detalles de la boda de su hija. Marc lo sabía, la boda de su jefe se hizo oficial aquella mañana y fue lo primero que le contó su compañero de mesa. El jefe, sentado en su cómoda silla, dando una calada a su puro, iba gesticulando exageradamente a cada frase y detrás de él se veía inmensa la ciudad, con todos sus rascacielos y en un punto muy alejado, próximo a unas colinas, Marc veía con esfuerzo dónde se suponía que estaba su pequeña casa. El jefe colgó satisfecho y miró con media sonrisa a Marc ordenándole que tomara asiento y como pidiéndole qué quería. Marc empezó con timidez su discurso y su jefe lo escuchó con atención. Cuando Marc terminó, su jefe cogió en silencio su puro y dio una calada. Marc estaba nervioso cuando oyó con sus propias orejas que su jefe estudiaría el proyecto.
Aquella noche Marc no durmió. No podía. Solo pensaba en su videojuego y en el fin de sus días como programador y todas las puertas que se le abrirían.
Los días fueron pasando y Marc no obtenía respuesta alguna. Una mañana Marc le insinuó a su jefe lo del proyecto. Él le contestó que no sabía de qué le hablaba y le exigió que continuara con su faena y que no perdiera más el tiempo.
Nunca aceptaron su proyecto y se quedó la idea guardada en el cajón de abedul. Se entristeció y hasta estuvo un tiempo enfermo. Luego se recuperó y olvidó parcialmente lo ocurrido, dentro de su corazón seguía aquella sensación amarga de saber que el videojuego hubiera sido un éxito de ventas y que hasta hubiera llegado a ser un clásico.
20 de setembre, 2008
Cojo un lápiz y un papel
es el mejor modo
de olvidar la cruda realidad.
19 de setembre, 2008
Quiero
sufrir siempre vale la pena.
Quiero oírte gritar mi nombre,
quiero que lo escribas en tu libreta
y luego lo taches
o lo cubras de garabatos.
Borrar el pasado no sirve para nada.
Insisto en nuestra existencia
perturbadora, provocadora.
Compartimos demasiado
y nunca es suficiente.
Quiero quererte.
De hecho, te quiero.
Supongo que ya lo sabes, sapo.
17 de setembre, 2008
Cosas que recordar
me vuelven malo
cosas como estas cambian el mundo
luego el mundo es dominado
la gente debería saber estas cosas
son lo más importante
las abruptas puntas de carbón
no correspondidas
los oxidados sacacorchos
las elásticas gomas
fluorescentes lubricadas
las cremosas cafeteras
los maniquíes de saldo
las espumosas mariposas
los yogures mutantes
de mi generación
estas cosas algunas veces se pierden
y esto puede acabar
con nuestro apreciado
óvalo de mundo
15 de setembre, 2008
La vida son los siete días de la semana
estoy cansado,
son casi las cuatro
de la mañana
y mañana es lunes,
empieza de nuevo
una nueva semana.
13 de setembre, 2008
Instantáneas
de conocidos en distintos momentos felices
de sus vidas.
Delante la fotocopiadora empiezo
a copiarlas.
Creo así poder recuperar sus alegrías
y es el mejor modo de alejar
la tristeza y la soledad
que llena mi vida.
11 de setembre, 2008
Sufro
Sufro contigo.
Sufro por los demás.
Sufro por todo.
Sufro hasta leyendo poesía.
Sufro viviendo.
Sufro durmiendo.
Sufro muriendo.
Ya no quiero más sufrir.
09 de setembre, 2008
Dando órdenes
y no derrames nada;
luego recoge los huevos,
las gallinas te están esperando;
peina el cabello del caballo
y cuando todo esto esté hecho,
te echas encima de los cerdos,
ellos sabrán qué hacer contigo.
07 de setembre, 2008
El joven de la parada del bus
Mireia no había encontrado las botas de agua que quería para cuando lloviese. Hacía unos días la lluvia le había estropeado los únicos zapatos que se había llevado para el viaje y como eran de mercado ya los tenía medio rotos. Pero ella se decía, con el optimismo propio de una joven soñadora, no volverá a llover más, mis zapatos aguantarán hasta el final. Y aunque se había quedado sin botas había encontrado un babero en forma de pulpo que pensaba regalar a unas amigas que esperaban un bebé, y aquello la reconfortaba.
Jordi era todo lo contrario de Mireia. Por eso se llevaban tan bien. Él estaba satisfecho tarareando mentalmente la melodía de la última canción que había estado escuchando por la mañana mientras intentaba escribir unas líneas de una poesía inacabada. Daba por sentado que nunca la acabaría y que tendría que tirarla a la papelera, pero no le importaba, había borrado tantas páginas que no le gustaban que ya estaba acostumbrado.
El bus tumbó a la derecha y cogió
El bus se detuvo y Mireia abrió los ojos. Estaban en su parada y no se habían dado cuenta. Cogieron sus cosas y bajaron las escaleras corriendo. El bus cerró las puertas tras de ellos. Los dos se echaron a reír por lo absurdo de la situación. Estaban a
05 de setembre, 2008
03 de setembre, 2008
Harto del arte
de ser siempre el mismo
y hablar de lo mismo
y seguir siempre
escribiendo lo mismo.
01 de setembre, 2008
Foto
recuerdos felices
que nunca
han existido
y los plasmo
en una imagen
que me acompañará
desde ahora mismo
toda una vida.