29 d’agost, 2007

Hoy han violado a la mujer que amo

Hoy han violado a la mujer que amo. Yo estaba presente. Vi como aquel tipo la pegaba, como azotándola la despojaba de sus ropajes y a sinfonía de llantos de clemencia, la penetraba y la violaba. Yo me quedaba de pie. Escondido. Quieto. Sin saber como reaccionar ante ello. Impotencia no era la mejor palabra para describir semejante situación. Mi polla reaccionó a los estímulos visuales. Una erección descomunal se edificaba ante mi perplejidad. Y yo, inmóvil, sin saber qué hacer, me bajaba los pantalones y los calzoncillos y empezaba a masturbarme. Mientras, alguien violaba a la mujer que amo. Me corrí. Incluso antes que el violador. Puede que el sol estuviese chillando. Puede que las máquinas se detuvieran. Puede que el silencio callara de una vez por todas... El violador se fue golpeándola y dejándola tirada cual basura putrefacta. Y yo esperé. Y ella vino a mí. Me han violado, me dijo llorando. Y yo, mientras mis brazos la abrazaban tiernamente, le contesté: ya lo sé cariño, ya lo sé.