25 de desembre, 2009

Los buenos momentos no se comparten

No, no quiero que me roben
mis minutos de felicidad.
Las alegrías no se comparten,
se disfrutan y protegen
de los cuerpos extraños, extranjeros.
Uno debe guardarlos como un tesoro
enterrado en la isla más remota.

Compartir la tristeza es otro asunto.
Mejor que no viva en tu casa.
Repártela entre tus allegados, regálala.
Con suerte alguien se la queda.

No escribas sobre cosas buenas.
Guárdalas para otros menesteres.
Cuenta solo lo malo,
lo que quieras echar
de tu triste vida.