Dijo que no le importaba.
No necesitaba favores.
Las quejas se le amontonaban en la mesa.
Las ayudas solo eran excusas.
Nunca escuchaba.
No amaba a nadie.
Iba a la suya.
Y el día que pidió limosna para entrar en el cielo,
nadie, ni siquiera el cura fue a verlo.
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