Compró una orquídea y
se la regaló
con toda la ilusión del mundo.
Pensó, mientras florezca y
brille en este comedor
nada perturbará
nuestra relación.
Pasaron los meses y
una mañana cualquiera
la flor marchita
cubrió el suelo,
muerta.
Supo entonces
que ya era hora
de hacer sus maletas.
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