y está convencido que todo
lo que no sea vivir al límite
es una nadería.
Isabel asegura que lucir sus
piernas es motivo de vida,
que ver como impávidos
se quedan los gusanos y los albañiles
cuando la oyen cruzar con prisa
una calle, es la alegría del día a día.
Juan está absolutamente convencido,
ser rico es el único motivo
que le levanta a las siete de la mañana,
llueva o no llueva, cada día.
No sufrir insomnio,
no contagiarse,
no pillar un cáncer
chilla Enrique dejándose roja
y afónica la garganta.
Pero no hay nada más equívoco,
el sentido de la vida
uno solo lo alcanza
cuando llega su muerte.
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