10 d’octubre, 2009

Hipoxifilia

Lo probó primero con las gallinas.
No funcionaba.
Alborotadas volaban a saltos
y se perdían por el bosque.

Quiso intentarlo con los cerdos.
Pero le daban miedo.
Sabía que a la mínima,
por error, eran capaces
de comerle el rabo.

La iguana era demasiado pequeña.

El perro le daba asco.
Su lengua mojada
parecía una bayeta
limpiando letrinas.

Su esposa no se dejaba
y encima estaba asustada.

Así que le tocó al gato.

Metió su cabeza
dentro de la bolsa
y lo penetró por el ano
hasta que murió ahogado.

1 comentari:

Petroglifa ha dit...

Ets un guarro! T'ha inspirat el pequeño saltamontes?