Todos se levantan y aplauden.
Sólo un niño, ya cansado,
se ha perdido el final,
confiando que su padre al llegar
le cuente como en un cuento el desenlace.
Después de todo lo aprendido
vuelven a sus casas.
Nada más entrar en su coche,
el padre del niño que duerme,
da un giro a la llave y el motor arranca
al mismo instante que olvida todo lo que ha visto.
Como por arte de magia.
Su siguiente preocupación es llegar a casa,
abrir la nevera y ver que hay para cenar.
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