17 de setembre, 2007

La muerte está en la vida

No hay muerte en la muerte
y a veces sí la hay en la vida.

Ver los pájaros alvorotados
sobrevolando los tejados
alejándose hacia un más allá
desesperadamente inalcanzable.

No hay muerte en la muerte
y a veces sí en la vida.

Ver arbustos quemándose
o ver bosques talándose;
fuego y acha ensimismados
cual vena distribuidora de sangre.

He visto mendigos en las calles
vagando inmunes a la felicidad
pidiendo a llantos clemencia
a seres que a nadie escuchan;
seres muertos en vida,
una limosna de pan.

He visto locos por las calles
chillando descontrolados
hablando de una esperanza
en la ciega noche de madrugada.

He visto corceles oprimidos.
He visto borratxos sin bebida.

He visto miseria, miseria
y aún más miseria,
como el mar que nos ciega,
rodeando la tierra.

He visto muertos por las calles
bajo el suelo y sobre el suelo
y he visto muertos por las calles
paseando sin corazón:
un corazón que han olvidado
y apenas conocido.

No hay muerte en la muerte
pero puede haberla en la vida.

Ver alzares destronados o
ver soles apagados
pidiendo su última despedida.
Ver destinos ya pasados.

Ver naufragios consumidos.
Ver ciudades destruidas.
Ver familias separadas.
Ver momentos terminados
y generaciones ya perdidas
y ver lunas que no relucen
en el regazo de un pantano
en la oscuridad de cada año.

Ya no hay muerte en la muerte
pues la muerte está en la vida.