La puerta se ha cerrado de un
solo golpe certero.
Detrás ha dejado el silencio
sobre mi asombro,
el de los gatos y
unos arañazos.
Ha cogido la basura y
se ha largado.
Vaya, pienso,
prefiere la basura a mi aliento.
Fuera llora la ciudad.
Pocos automóviles dan vida
a la noche.
Ni los árboles tiemblan.
No se atreven.
Enciendo el televisor y
me siento en el sofá.
Ojalá el mundo se quemara.
Otra discusión.
Otro día por la ventana.
Mañana a ver
qué pasa.
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