Siempre somos nosotros
tan cobardes.
No nos atrevemos nunca
a cruzar el umbral de la verdad.
Solo soltamos sartas de mentiras,
una tras otra, más otra.
La sinceridad es un oasis
en el enorme desierto
que ocupa nuestro corazón.
Preferimos que prevalga la injusticia
a que esta se desmorone justamente
sobre nuestras conciencias.
Somos cobardes y egoístas
tan cobardes.
No nos atrevemos nunca
a cruzar el umbral de la verdad.
Solo soltamos sartas de mentiras,
una tras otra, más otra.
La sinceridad es un oasis
en el enorme desierto
que ocupa nuestro corazón.
Preferimos que prevalga la injusticia
a que esta se desmorone justamente
sobre nuestras conciencias.
Somos cobardes y egoístas
hasta cuando con orgullo y no poco afecto
entregamos un pequeño regalo a un ser querido;
entregamos un pequeño regalo a un ser querido;
queremos agradarle y no se lo decimos.
Nuestros cuerpos huelen a escoria
y esto no lo oculta ni la mejor colonia.
Hagamos lo que hagamos somos todos
tan cobardes.
Por eso cuando al fin nos enfrentamos
al último duelo con la muerte,
Nuestros cuerpos huelen a escoria
y esto no lo oculta ni la mejor colonia.
Hagamos lo que hagamos somos todos
tan cobardes.
Por eso cuando al fin nos enfrentamos
al último duelo con la muerte,
por miedo, por cobardía,
todos, merecidamente, perdemos.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada