Pegaba a los demás niños de la clase
y me reía de los más gordos,
insultándolos me mofaba
de sus gruesas tripas.
Robaba mazorcas del campo del vecino
y luego las tiraba sin más,
nunca las aprovechaba,
nunca las comía.
Meaba encima de los gatos
y metía petardos
en las gargantas de los sapos
que los hacían estallar
por todo los aires.
Ahora me doy cuenta
de cuan cerca estaba
de practicar el bien
y lo mal que me comporto
hoy en día siendo ya
tan mayor.
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