Muerte,
estoy apoyado en esta esquina
esperando tu regreso.
Parece que llegas tarde a tu cita,
como ya siempre
me tienes acostumbrado.
Sueño en tus manos rugadas
abrazando mi cuello,
huelo tu aliento
y penetra en mis ojos,
como tu mirada.
Muerte,
ayer no te presentaste
y parece que hoy harás lo mismo.
Por favor ven mañana
aunque sea tarde por la noche.
Esconderé la llave debajo
la estera, o mejor,
la puerta estará abierta,
no hace falta que llames.
Me encontrarás tumbado en la cama
esperándote desnudo.
Y dejaré que me poseas
al fin, para siempre.
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