25 d’agost, 2009

La muerte no es despiadada

Muerte,
estoy apoyado en esta esquina
esperando tu regreso.

Parece que llegas tarde a tu cita,
como ya siempre
me tienes acostumbrado.

Sueño en tus manos rugadas
abrazando mi cuello,
huelo tu aliento
y penetra en mis ojos,
como tu mirada.

Muerte,
ayer no te presentaste
y parece que hoy harás lo mismo.

Por favor ven mañana
aunque sea tarde por la noche.

Esconderé la llave debajo
la estera, o mejor,
la puerta estará abierta,
no hace falta que llames.

Me encontrarás tumbado en la cama
esperándote desnudo.

Y dejaré que me poseas
al fin, para siempre.