15 de febrer, 2007

Extraña noche


Extraña noche la nuestra,
cuando abrazados,
bajo la luna llena,
nos besamos,
entre la arena y,
cuando el sol despuntó
a lo lejos,
todo fueron adioses y
penas.

Extraña noche fue aquella
cuando tus besos
se daban con mi oreja y
tus manos,
por debajo de la mesa,
llenas de belleza,
buscaban las mías,
tímidas,
pero sin pereza.

Cuán extraña noche pasada,
la arena se quejaba,
toda ella bien mutilada,
de nuestros pasos, reflejados,
mientras las olas, sufrientes
con esmero, pero inútilmente,
intentaban apaciguar,
como el alcohol en una herida,
el dolor que su dañado lomo sufría.

Tu vestido por ahí tirado y
yo desnudo a tu lado,
cuerpo a cuerpo,
sudando y trabajando,
para que el ocaso llegara.

Tu mano en el pecho,
era un hecho
de sinceridad,
no de desprecio,
en aquella noche oscura y
sin lecho.

(y la otra en mi entrepierna,
apretando aquella piedra,
como haciendo reverencias
a la futura merienda)

Parece ayer y aún recuerdo
aquella noche
en aquel puerto
dónde arrojamos,
bien muerto,
nuestro amor en el suelo.