No me levanto temprano.
No almuerzo, ni pongo la tele.
No me visto con mis mejores prendas.
No salgo a la calle, ni cojo el coche.
No entro en ninguna iglesia mohosa.
Ni me santiguo, ni rezo un padrenuestro,
ni me confieso.
Simplemente abro Ciudad del hombre: New York
y al azar escojo una página,
leo un pasaje, quedo fascinado
y vuelvo a guardar mi biblia en la estantería,
deseando que vuelva a ser domingo
por la mañana para empezar de nuevo
otro fragmento sagrado.
Subscriure's a:
Comentaris del missatge (Atom)
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada