01 de febrer, 2008

Una noche de amor desesperada

Y entonces te seduje.
Crucé aquella línea.
Traspasé lo irreprochable.
Deduje lo inconcebible
despojándote de tu falso
escondite a base de trapos
que no ocultan nada
de tu hermosa silueta.

Llevé a la acción mis más
profanos y prehistóricos deseos,
mi instinto carnal animal.

Sí, te hice daño,
pero era necesario.

Nunca ha existido
el verdadero amor
sin efectos secundarios.