14 de febrer, 2008

Una charla sobre Charlot



La tarde empezaba a parecer una habitación cerrada
iluminada con una bombilla de 60 vatios
cuando entraron en el bar de la esquina.

Se sentaron y pidieron una ronda de cerveza.
El bajito encendió un cigarrillo.
La chica con tetas descomunales se sacó
el jersey mostrando sus atributos.

Cuando el camarero llegó con la bebida
el tercero dio un buen sorbo y empezó.

Sus primeros cortos no estaban nada mal,
pero era su etapa de aprendizaje,
con su primer largo se empezó
a mostrar el verdadero Chaplin.

Has visto Monsieur Verdoux?,
replicó el bajito dando una calada.

Claro, allí estaba espléndido, ya era su etapa final,
la mejor, aunque la menos recordada.

La chica bostezó, puso su mano en su bolsillo
y sacó un paquete de Camel.

Aunque no resto ningún mérito
a sus previas películas.

También vale la pena
su único drama como director,
Una mujer de París.

Sí, es una buena película
aunque no tan polémica como
El rey de Nueva York
que rodó con su hijo Michael.

Siempre recordaré la secuencia de Tiempos Modernos,
cuando quiere atornillar los enormes botones
que lleva una mujer justo en su busto.

La chica de las tetas se levantó para ir al baño.

Has visto que pechos trae.

Joder, son la hostia.

Ya metería yo mi cabeza en su escote.

Cuesta concentrarse ante tal barbaridad,
estos pantalones tan estrechos me están segando.

Hoy por suerte llevo chándal.

Cuidado que ahí viene.

La chica se acomodó y sacó otro pitillo
con cara de pereza.

He disfrutado muchas horas
de buen cine gracias a Chaplin
aunque ahora quizás dedico más tiempo
a las películas de Nicholas Ray.