Se levantó con una resaca espantosa.
El día anterior había llegado a Madrid
para ver a un antiguo amigo suyo
y habían salido de copas.
Su amigo aún dormía
en la habitación contigua.
Se metió en la ducha, a ciegas escogió un champú
de los que había por ahí encima
y empezó a frotarse el cabello
creando cierta espuma maloliente.
Se aclaró el cabello y alcanzó el campú:
Desparasitario para perros.
De hecho tenía motivos
para desparasitarse de toda la multitud
de la noche anterior.
A fin y a cuentas
él no era tan distinto
a un perro.
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