08 de novembre, 2007

Dios llama a cada puerta

Estaba a punto de terminar un relato cuando llamaron a su puerta. Lamentándose, se levantó de su escritorio y bajo las escaleras. Abrió la puerta y dos mujeres negras estaban plantadas en la entrada. Ellas se disculparon y él, delante aquella muestra de educación ya se temía lo peor. En aquel barrio nadie hablaba bien si no era a cambio de algo. Una de ellas sacó de su bolso un par de revistas donde salía una especie de Dios o Cristo en la portada. ¿Quién les ha dicho que Dios es tan feo?, pensó. Y empezaron a contarle que estaban vendiendo aquellas revistas y si él quería que se la mandasen semanalmente. Antes de que empezaran a coger carrerilla él las interrumpió diciéndoles que lo sentía pero que no estaba interesado. Las dos mujeres pidieron disculpas y se fueron. A él le sorprendió gratamente lo fácil que resulta librarse de Dios algunas veces. Cerró la puerta y subió las escaleras pensando en el fin de su relato.