03 de novembre, 2007

Ladrones de mazorcas

Después de saltar la verja,
Eric y los otros dos, corrieron campo a través
cruzando la enorme extensión de plantas de maíz
alejándose así de la casa principal
para acurrucarse unos minutos en silencio
evitando que el tosco campesino les advirtiera.

Pasado el peligro, Eric, el más decidido
intentó arrancar un par de mazorcas
pero la segunda se le resistió
y la gruesa rama que la sostenía
se rompió escandalosamente.

El ruido despertó a los perros
que, corriendo hacia ellos
invisibles entre las plantas,
como topos debajo la tierra,
empezaron a ladrar rabiosamente.

Los tres, asustados, empezaron a correr,
no sin antes hacerse con el botín,
en dirección opuesta a los ladridos.

Treparon por la pared de piedra
que marcaba el fin de la territorialidad
de la vasta extensión del campesino
alejándose del gruñir de los perros.

Y apartados de allí, los chavales
encendieron una fogata
y se les quemaron las mazorcas
pero ellos se las comieron riendo
y charlando muy satisfechos
de su pequeña victoria.