31 de maig, 2008

A las 8 de la mañana

Cuando uno duerme plácidamente
un sábado cualquiera,
un día ideal para quedarse en cama,
siempre suena algún teléfono
de un vecino imbécil
que al parecer se ha quedado sordo
y te despierta a las 8 de la mañana.

Coges paciencia e intentas
reconciliar tu sueño
pero el puto teléfono
empieza de nuevo.

Como dice un viejo amigo,
si no han llamado más de 20 veces
no han llamado ninguna.

Definitivamente me despierta.
Entro en la cocina desnudo
y preparo un poco de café.

Al mediodía recibo la noticia.
La vieja chocha de al lado,
la madre del propietario,
ha muerto de un infarto.

Por eso no cogía el teléfono,
puta zorra perezosa.

Mejor, así no volverán a llamar
para despertarme un sábado
a las 8 de la mañana.