27 d’abril, 2007

Días que quiero olvidar de mi memoria

El día en que mi perro fue atropellado
es quizás el primer día de mi vida
que desearía borrar de mi memoria.

La vez que sin querer rompí
todos aquellos platos,
todavía siento el dolor del castigo
pensando en ello.

La primera vez que mentí,
no sabía que así
se pudiera dañar tanto
a un ser querido.

Por ser malo,
como lo son los demás niños
de la misma edad,
me encerraron en clase
con los libros de la escuela
mientras oía a mis compañeros
jugando, sonriendo,
comiendo castañas en el patio.

Cuando robé cien duros
del bolso de mi madre
para comprar chucherías
en la tienda de delante del parque.
Nunca se enteraron
pero las caries me machacaron.

Cuando trepé por el tejado de la escuela,
podría haberme matado.
Tuve que escribir no sé cuantas veces
una frase, como escarmiento,
perdí mi clase de educación vial
y lo pagué sin ir de excursión.
Demasiada condena para un niño.

Cuando entré en la iglesia
y confesé todos mis pecados
de escolapio arrepentido.
Vaya pérdida de tiempo.

Cuando tomaron prestada
mi bicicleta sin pedir permiso.
Aún la espero.

El día de mi cumpleaños,
pensar que si este día nunca hubiera existido
yo no estaría ahora sentado
escribiendo estas líneas.
Quizás hubiera sido lo mejor para todos.

Cada uno de los días
que han dado muerte
a un gran amigo.
Aún os recuerdo,
estáis atados en mi mente,
creedme.

Las mil veces
que has intentado dejarme.
Por suerte hablando
las cosas se arreglan.

La muerte de mi abuela
y más tarde la de mi abuelo
sin apenas haberlos conocido.
Preferiría que siguierais viviendo
e ignorase vuestros nombres.

Ese 20 de abril,
tú ya sabes por qué.

Los terribles días del pasado
en que yo aún no existía.
¡Maldita y zorra toda la historia!

Y muchas otras fechas.
Unas están por venir,
otras ahora se me olvidan,
quizás no han madurado,
quizás no las recuerdo
porque no quiero,
porque no debo.