25 d’abril, 2007

El verano se va

El sudor de los cuerpos deshidratados
se percibe fácilmente en las axilas de los demás.
El verano apesta.
Una ola de calor inunda la ciudad,
deshace el asfalto, funde y atonta a todo ser vivo.
El cloro de las piscinas es absorbido y bebido
como el pan o como el vino.
Los helados se funden entre gargantas sedientas.
Sólo unos pocos, los más atrevidos,
andan desnudos evitando el ataque
del sol alienígena.
Lo que queda es insomnio por las noches de julio.
Ventanas abiertas hacen de señuelo
y por la noche, de debajo las piedras,
salen los molestos insectos
que te chupan la sangre y te dejan tieso.
Luego el verano se va.
Ha tenido bastante éxito
maltratando a unos cuerpos
que se presumen bellos
por estar más negros
y que estúpidamente reposan en la playa
tendidos como carne a la parrilla.
Pronto volverá el verano
para practicar nuevas torturas ,
más ingeniosas y atrevidas,
el verdugo tan dispuesto
como sus víctimas de cada año.