Los olivos nacen, crecen, se multiplican y mueren,
como las cucarachas.
La diferencia está en que los olivos dan frutos
porque alguien los ha plantado, regado y cuidado.
Es justo pues que sean los mismos quienes
los cojan, los limpien, los coman y disfruten de su sabor.
Y si quieren cortar su tronco, allá ellos,
es su opción.
Y así con todo lo demás.
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